domingo, 8 de septiembre de 2019

La Natividad de la Santísima Virgen María

Hoy 8 de septiembre es la solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora, la Santísima Virgen María. Es de gran importancia honrar a la dignísima Madre de Dios. Después de todo, Dios la escogió a ella para entregársenos por su medio. Por esta razón, es nuestro deber, podría decirse, reflexionar sobre la Santísima Virgen María, y ¿qué mejor ocasión para hacer esto que en la fiesta de su natividad? 


Entre los dogmas concernientes a la Santísima Virgen María, la Santa Madre Iglesia nos enseña que ella fue concebida sin pecado original, a esto lo denominamos la ‘inmaculada concepción’. Siendo María el cumplimiento del tipo bíblico del Arca de Dios, tan sólo es de esperarse que, al igual que la primera, la cual estaba hecha de madera de acacia, una madera sumamente pura, y además estaba revestida de purísimo y bellísimo oro tanto por dentro y por fuera, María es, tanto por dentro como por fuera, purísima y bellísima, esto es, sin ninguna mancha del pecado, ni original ni actual. Dios la preservó de pecado, en vista de los méritos futuros de Cristo, salvándola de una manera singular, especial y única que Dios le otorgó solo a ella. Dios juzgó como justo y necesario el hacer de Nuestra Santísima Madre María, el Arca de la Nueva Alianza, quien llevaría en su santo seno a su Unigéntio, la más pura y perfecta criatura, haciéndola así una digna morada de Jesucristo, el Verbo encarnado. 


Dios se nos decidió dar a través de ella, ella es la que nos lleva a Jesús en un camino dulce y llevadero, ella es la criatura perfecta de Dios. Es por esto que podemos afirmar que, después de la Santísima Trinidad viene ella, la Reina Madre, que está sentada a la diestra de Nuestro Señor Jesucristo, intercediendo día y noche por nosotros, sus hijos amados. María, siendo la creatura más perfecta y más pura, es la que mejor y la que más gusto da a Nuestro Padre con sus ruegos. Es por esto que su intercesión es tan poderosa y eficaz, más podemos conseguir a través de su intercesión que por nuestra propia cuenta. Porque, todo lo que le presenta María a Dios, por el hecho de ser ella quien le presenta nuestras oraciones, sacrificios y sufrimientos cuando aboga por nosotros como buena y benigna Madre nuestra que solo quiere el bien para sus hijos, que se Salven y adoren a su unigénito, Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, hace que Dios se sienta en un sentido obligado a complacer a su Madre, a quien Él nunca ignora. De allí la importancia de que todos los verdaderos católicos, y cualquiera que quiera convertirse para salvarse, tengan una verdadera devoción a Nuestra Santa Madre, así como leemos en el Tratado de la Verdadera Devoción de San Luis de Montfort (para más información sobre la devoción a la Santísima Virgen María, haga click aquí: https://www.vaticanocatolico.com/santo-rosario/), rece el Ave María y el Santo Rosario completo (para saber cómo rezar el Santo Rosario visite: https://www.vaticanocatolico.com/como-rezar-el-rosario/ y para leer sobre la gran importancia de rezar el Santo Rosario y las 15 promesas para quienes lo rezan a diario haga click aquí: https://www.vaticanocatolico.com/quince-promesas-rosario) es decir, de 15 decenas todos los días, de esta manera podemos estar seguros de que alcanzaremos grandes gracias para poder mantenernos en el camino correcto. 


Ahora, un paréntesis con respecto a los padres de la Santísima Virgen María. No se puede hacer concepto más elevado de las heroicas virtudes de San Joaquín y de Santa Ana que decir que fueron los padres de la Madre de Dios. Pudiera extrañarnos que los evangelistas no hubieran hablado de San Joaquín y de Santa Ana, si no supiéramos por las Sagradas Escrituras que a los padres nunca se los conoce mejor que por los hijos (Eclo 11, 30) y que el mérito del hijo es la mayor gloria de los padres. Por lo tanto, no parecía muy necesario que la sagrada historia nos narrara las grandes excelencias y virtudes de estos dos grandes padres. Estaban ambos en su vejez, sin esperanza de tener sucesión, cuya esterilidad era considerada como maldición de Dios, quitando toda esperanza de tener alguna afinidad con el Mesías prometido, pero al fin el Señor decidió librarlos del oprobio de la esterilidad, convirtiéndolos en los padres más dichosos y respetables sobre la tierra.

Les deseamos a todos los verdaderos católicos tradicionales una santa solemnidad de la Natividad de Nuestra Reina y Señora. 

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