viernes, 15 de julio de 2016

Jaculatorias a la Virgen del Monte Carmelo

Pues eres nuestro consuelo
Y medianera con Dios,
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.

Por la pena y agonía
que orando tuvo en el huerto
Jesús, en sangre cubierto,
que del rostro le salía,
cuando el Ángel le traía
el suave licor del Cielo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por los nudosos cordeles
con que sus manos prendieron
al pilar, donde le dieron
cinco mil azotes crueles,
para que las almas fieles,
tengan divino consuelo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por el terrible dolor
que la corona de espinas
causó en las sienes divinas
de Jesús mi Redentor;
para aplacar el dolor
de la malicia del suelo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por la púrpura y la caña
con que le mostró Pilato
al tropel del pueblo ingrato
para mitigar su saña,
con la sangre que le baña
desde la cabeza al suelo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por el tránsito postrero
que hasta el Calvario pasó
cuando en sus hombros llevó
aquel pesado madero:
y como Isaac verdadero
hizo sacrificio al Cielo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por las señales que hicieron
las tinieblas y la luz,
cuando enclavado en la Cruz
al Rey de la gloria vieron;
y con clamores rompieron,
las piedras, templo y su velo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.

Por la sensible lanzada
que después de Cristo muerto
dejó su costado abierto,
y su alma muy traspasada;
puesto que sois abogada
de los que están en el suelo:

Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.


OFRECIMIENTO

Virgen soberana y gloriosísima María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, gloria de los justos, amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas; por la purísima limpieza de vuestro cuerpo sin mancha de pecado, por la gracia y dones que adornan vuestra alma santísima, por la dignidad grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones, por la Asunción gloriosa para Reina de los Cielos, y por las coronas de gloria que os dieron para aventajar a los santos y coros celestiales, os suplico, (pues lo tenéis ofrecido a los que llevan vuestro santo escapulario, y procuran ser hijos vuestros) me ayudéis en la vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo, sirva a vuestro Hijo Jesús, guardando sus santos preceptos, me asistáis en mi muerte, para que de los peligros de ella, salga en gracia y amor de Dios, triunfando de mis enemigos; y finalmente, en las rigorosas penas del purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar de la vida eterna. Amen.


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