Pues eres nuestro consuelo
Y medianera con Dios,
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Por la
pena y agonía
que
orando tuvo en el huerto
Jesús,
en sangre cubierto,
que del
rostro le salía,
cuando
el Ángel le traía
el
suave licor del Cielo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por los
nudosos cordeles
con que
sus manos prendieron
al
pilar, donde le dieron
cinco
mil azotes crueles,
para
que las almas fieles,
tengan
divino consuelo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por el
terrible dolor
que la
corona de espinas
causó
en las sienes divinas
de
Jesús mi Redentor;
para aplacar
el dolor
de la
malicia del suelo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por la
púrpura y la caña
con que
le mostró Pilato
al
tropel del pueblo ingrato
para
mitigar su saña,
con la
sangre que le baña
desde
la cabeza al suelo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por el
tránsito postrero
que
hasta el Calvario pasó
cuando
en sus hombros llevó
aquel
pesado madero:
y como
Isaac verdadero
hizo
sacrificio al Cielo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por las
señales que hicieron
las
tinieblas y la luz,
cuando
enclavado en la Cruz
al Rey
de la gloria vieron;
y con clamores
rompieron,
las
piedras, templo y su velo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
Por la
sensible lanzada
que
después de Cristo muerto
dejó su
costado abierto,
y su
alma muy traspasada;
puesto
que sois abogada
de los
que están en el suelo:
Ruega, Señora, por nos,
Virgen del Monte Carmelo.
Padre nuestro y Ave María.
OFRECIMIENTO
Virgen soberana y
gloriosísima María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, gloria de los justos,
amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas;
por la purísima limpieza de vuestro cuerpo sin mancha de pecado, por la gracia
y dones que adornan vuestra alma santísima, por la dignidad grandiosa de Madre
de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones, por la Asunción
gloriosa para Reina de los Cielos, y por las coronas de gloria que os dieron para
aventajar a los santos y coros celestiales, os suplico, (pues lo tenéis
ofrecido a los que llevan vuestro santo escapulario, y procuran ser hijos
vuestros) me ayudéis en la vida, para que con santidad en el alma y pureza en
el cuerpo, sirva a vuestro Hijo Jesús, guardando sus santos preceptos, me
asistáis en mi muerte, para que de los peligros de ella, salga en gracia y amor
de Dios, triunfando de mis enemigos; y finalmente, en las rigorosas penas del
purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado
salga a gozar de la vida eterna. Amen.